domingo, 2 de enero de 2022

Un cielo irreal

Abundaron los olivos en Marte, asombrando a la curiosidad y a la impaciencia de Phobos. 
Abundaron aquellas manos manchadas de su aceite, cual dios divino.
Y pechos desnudos mostraban en su perfumada piel, 
su bostezante herejía, a un alejado sol.
La noche siamesa, con la tranquilidad del susurro, hablaba con la voz de extinguidas flores, ardiendo con su color rojo sobre el libro donde quemaban los ojos.
Era la vida respirada de un perfume

don dumas






El reencuentro - Telegrama 17

Sin olvidar tus fantasmales telegramas, te extraño, Marta, atrapado por la espesa atmósfera de los finales Pensaste en tus fríos momentos q...