Una extraña sensación viajó cien años conmigo
Junto a ti se hizo recuerdo, formando estrellas de cansado brillo
Pero aun sobrevivo sobre tu cuerpo prestado, entre tus gotas digitales
Hoy sufro el miedo de la soledad, me come la inmensidad de la planicie
El ruido de metal, tan cercano, es mi rezo más sagrado
Ruido que crece y se hilvana; se mecen las sombras en la nieveSoy una extraña nube sobre alejadas cabezas
Mota de polvo que se posa con su ignorancia en la ignota montaña
Me hablaron los fantasmas con el iris de los muertos
Jonás, tú y yo somos su desconcierto